¿Te has preguntado si es suficiente lo que haces para cuidar el medio ambiente? Pues, ¡depende! Si, además de actuar ante algunos problemas ecológicos, te preocupas por atacar sus causas, ¡vas por buen camino! Desde allí, la ecología profunda nos enseña a construir una mejor relación con la naturaleza.
Conozcamos los principios de esta filosofía aplicables a la vida cotidiana.
1. Profundiza en las causas de los problemas ecológicos
A diferencia de la ecología superficial, esta corriente profundiza en las verdaderas causas de los problemas ecológicos, para encontrar soluciones definitivas.
¿Has visto cómo se intenta retirar los plásticos del mar, mientras los ríos siguen vertiendo residuos sobre él? ¿O cómo se implementan medidas para el reciclaje, sin que se reduzca la generación de desperdicios? En ambos casos se invierten grandes esfuerzos en solventar las consecuencias de una problemática mayor. En cambio, la ecología profunda va, directamente, a la raíz del problema: ¡el origen de la basura! Así que:
- Compra sólo lo que necesitas.
- Evita usar artículos y envases desechables.
- Composta tus residuos orgánicos.
2. La ecología profunda reconoce a todos los seres vivos y a la naturaleza
Bajo este pensamiento se reconoce el valor de todo ser viviente y de todo elemento de la naturaleza, independientemente de su utilidad. Así, el agua y los animales son mucho más que recursos a nuestra disposición, por lo que nos toca crear nuevas relaciones con ellos. ¡Aprendamos a amar para conservar! Para ello:
- Infórmate sobre la huella hídrica de los productos que consumes y de tus actividades diarias.
- Ten un gesto de respeto hacia los seres oceánicos, dejando de asistir a los delfinarios.
- No compres artículos que contengan coral, carey, conchas, perlas, o partes de tiburón.
3. ¡Protege el planeta a toda costa y en todas las costas!
Esta filosofía de vida transforma nuestra manera de ver el mundo, uniendo “pensamiento, sentimiento, espiritualidad y acción”. Al conocer lo que hay más allá de lo habitual, reflexionamos e, inevitablemente, se despierta en nosotros la empatía.
De este modo, la ecología profunda nos lleva a repensar la forma en la que venimos haciendo las cosas. No para juzgarnos, sino para tomar decisiones más informadas. Por ejemplo:
- Si vas a consumir productos del mar, procura que provengan de criaderos certificados, o de la pesca artesanal (respetando las tallas mínimas y vedas de cada especie). sostenibles.
- Celebra sin globos ni pirotecnia, ya que son muy contaminantes. ¡Celebra la vida!
- Reduce tus emisiones para mitigar el calentamiento global y la acidificación de los océanos. ¡Hay muchas maneras de hacerlo! reforestando
4. La ecología profunda enlaza el compromiso ambiental con el desarrollo personal
¿Acaso buscar lo mejor para el planeta no nos hace mejores seres humanos? Ser consumidores responsables, que trabajan por minimizar su huella medioambiental y social, es un acto de solidaridad: así nos cuidamos unos a otros, y al planeta en el que habitamos. Investigar sobre lo que sucede en el mundo y formarnos, nos brinda crecimiento personal. ecológica
Además, si nos organizamos para conformar un sistema de autoconsumo o autoabastecimiento comunitario, por ejemplo, ¿no nos une un noble propósito? El agua también es un bien compartido por el que debemos velar unidos. Algunas de las acciones que puedes emprender para su cuidado, son:
- Infórmate acerca del tratamiento de las aguas residuales de tu comunidad.
- Ten cuidado con lo que viertes por los desagües: usa cosméticos y productos de limpieza biodegradables, y recolecta el aceite de cocina usado para su reciclaje.
- Usa bronceadores y bloqueadores solares amigables con el ambiente.
¡Disfruta del mar como una cortés invitada y él será tu mejor anfitrión! La ecología profunda nos enseña a amar la naturaleza por lo que es, en toda su perfección, y no por lo que vale para cada persona desde su individualidad. quién.
¿Te animas a encontrar tu propio estilo verde profundo?
Referencias Bibliográficas
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